Las cosas cambian y todos lo sabemos.
Sin darnos cuenta todo a nuestro alrededor se mueve, despacio, deprisa, más rápido o más lento que ayer pero se mueve. Nunca me he parado a pensar lo que ha podido cambiar mi vida en un tiempo hasta hoy: las cosas que he ganado y las que he perdido. La verdad es que he ganado felicidad, no hay ni un solo día en el que no me ria y eso me encanta. El poder ser feliz. También sé que hay personas a las que ya no tengo, que se fueron alejando de mi de una forma u otra y a las que añoro. Me gustaría que volviesen, por supuesto, pero sé que no va a ser igual nunca más.
Es mirar atrás y darme cuenta de todo lo que ha cambiado, desde las obras de la casa de enfrente o la pérdida de alguien especial. Cambios. Insignificantes y no tanto. Pero, ¿por qué la mayor parte de las veces que miramos al pasado lo miramos desde el lado pesimista? ¿Por qué no te das cuenta de todo lo que has ganado?
En mi vida se ha ido cosas, pero han aparecido otras; se han ido personas, pero también hay otras nuevas; y es que aunque me duele pensar en todo lo que he perdido, sé que he ganado mucho más.
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