Hace mucho tiempo un rey que vivía en un castillo estaba en una reunión con sus mejores caballeros y su leal amigo el sabio Rodrigo. El rey se quiso reunir con ellos debido a una amenaza de guerra que acababan de recibir. El cónclave decidió que lo mejor sería prepararse porque iba a ser una época dura para todos. En esa misma reunión, Rodrigo, le entregó al rey un anillo como muestra de su lealtad y aprecio:
-¿Y este obsequio?-dijo el rey.
-Para que nunca olvide la frase grabada en él -contestó Rodrigo.
-Esto no durará para siempre -leyó el rey en voz alta.
El día del enfrentamiento entre los dos reinos, Rodrigo que iba junto al rey en el frente de batalla le dijo:
-Señor, ¿recuerda el anillo que le di? Lea la inscripción ahora.
-Esto no durará para siempre -respondió el rey-. ¿Con ello me quieres decir que esta batalla no será eterna?
-Exactamente, mi rey.
Pasada un época de hambruna y de guerra, por fin al reino de nuestro rey llego la paz.
En una de las celebraciones por el fin de la guerra, tras haber ganado territorios y alimentos para su población, Rodrigo le dijo a su rey:
-Mi señor, me enorgullece haber ganado junto con vos la guerra majestad.
-Sí Rodrigo, hemos ganado la guerra y ahora todo serán riquezas, ganancias y el bienestar del pueblo.
-Majestad, creo que ha olvidado una cosa, ¿conserva aún el anillo que le entregué?
-Por supuesto Rodrigo, siempre lo llevo conmigo.
-Bien majestad, vuelva a leer la inscripción.
-Esto no durará para siempre.
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